25 julio 2011

Volver

Hace casi dos semanas que estoy de regreso en Córdoba -los detalles de dónde estaba antes de estar acá serán expuestos en capítulos venideros-. En fin, dos semanas, eso. Y hace un frío ruso que te querés cortar las pelotas y tejerles una bufandita al crochet, una a cada una. Y yo que venía diciéndole a Alex: “Oi, no sabés las ganas que tengo de dormir tapadito hasta las orejas, despertarme y ver las ventanas empañadas y tomarme una cheche con chocolate y facturas de La Pana y llenar la cama de migas”. ¿Y? Acá está, Gastón, el frío que querías, ¿qué vas a hacer con él? ¿No era que “te gustaba”? Bueno, sí, me gusta. Me gusta para estar encerrado en casa, dormir como si fuera el último día de mi vida y pegarme el atracón del siglo con los Toblerone que me traje de allá... no para, básicamente, cualquier otra cosa que no involucre los antes mencionados elementos.

Muchos dirán: “Gas, la bolsa de agua caliente es de tu hermana, y es rosa.”; y bien ¿cuál hay? Las ganas que tenés vos mismo de clavar bolsita de agüita calentita antes de meter los pies en las gélidas profundidades de una cama que no se decide entre Perito Moreno y Laponia finlandesa, ¿eh? Vamos, que somos pocos y nos conocemos mucho.

Otros dirán que salir a la calle se transforma en una aventura; con algo de suerte, la tormenta de tierra que azotó a Córdoba esta tarde no te vuela la peluca. Ahora, dejame a mí decirte: con algo menos de suerte, te toca escurrir el piso del departamento de tus hermanas porque la ducha que te pegaste esta mañana duró más de lo debido e inundaste los 35 m2 del departamento -claro, porque la rejilla está hasta el tuje de pelo de mujer- y te cagás de frío porque trapeaste con la toalla en la cintura, antes de que se mojen todos los muebles de madera… O si no, tenés que armarte de todo el coraje que no tenés para bajar de noche a comprar papel higiénico a la despensita de la esquina porque te quedaste sin servilletas para comer las pizzas caseras que hiciste con los pocos gramos de mantecoso que tenías a mano y que, encima, se te quemaron por boludear con Facebook como excusa para no salir de casa.

Al final, terminé comprándome un par de guantes -carmín, obvio, para que hagan juego con la Ansilta que me regaló mi viejo hace bocha (¿?)-, de ésos bien berreta que a primera vista parecen de telita polar, pero terminan siendo apenas más calentitos que unos hechos de papel de arroz.

Aprovecho, pues, la ocasión para pedir disculpas por los repentinos cambios de "plan cerveza" por "plan abuela". Es que así me pongo cuando son éstas las condiciones. #SeñoraMayorModeOn.

Invierno, lindo invierno, pasate rápido, porfi.
De todas formas está decidido: el próximo, no te lo duermo como Liz (Solari) ni a ganchos.
Amén.


4 comentarios:

  1. Últimamente no hay estación que me venga bien.
    Me sentí identificada en muchas partes de tu texto... incluso esa donde le haría bufandas a mis gónadas (y eso que las mías están adentro, calentitas (?)).

    No sé por qué estás de vuelta, pero no puedo dejar de alegrarme un poquito (#EgoísmoModeOn)...
    En unos días vuelve Martín de Brasil y habrá más ocasiones para ponernos en contacto!

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  2. Yo tampoco sé por que se volvió y no me alegro ni un poco. Más aún sabiendo que en Argentina te estas helando mientras acá esta el sol radiante que podríamos haber compartido en algún momento. Momento que no descarto que sea mi próximo verano europeo y el tuyo tb!

    Te voy a leer seguido nenis, así que inspirate seguido.

    T.V.B.

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  3. Simplemente me encanta tu manera de expresar las 'boludeces' o no tanto :)
    Es un placer tenerte de vuelta por el pago cordobés, al final de cuentas este frío no es tan crudo (?)

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  4. 1- tu departamento no tiene 35m2
    2- tenes twitter?
    3- porqué lala sabía del blog y yo no? eh!?

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